Tras muchos años de lucha, grandes esfuerzos logísticos, inversiones económicas y continuas adaptaciones de la competición de Kata y Kumite y de los reglamentos, por fin, este año, se hará realidad el sueño de muchos, de que el karate deportivo, tenga su espacio en los juegos Olímpicos de verano y lo hará a lo grande y en el mejor sitio posible: el Budokan Arena de Tokio.
Y España tiene una gran parte de culpa de ello, tanto por sus deportistas más destacados, números uno del ranking mundial, Sandra Sánchez y Damián Quintero, en kata individual y los equipos nacionales, tanto femeninos como masculino, quienes, no bajan del podio, desde hace varios años. Sin dejar de lado, la labor de la Real Federación Española de Karate, encabezada por su presidente D. Antonio Marqueño con el apoyo del resto de federaciones autonómicas del territorio nacional.
Además, el presidente de la Federación Mundial de Karate (WKF), es igualmente español; D. Antonio Espinós. Todos luchando por un interés común, que no es otro que alzar a lo más alto, la competición del karate, en sus diferentes modalidades individuales y en equipo, con la inclusión en los últimos años, del llamado Para-Karate, en una campaña de inclusión de personas con discapacidad funcional y que al igual que otros deportes, quiere estar en los juegos Paralímpicos, por propio derecho.
Siempre ha habido opiniones contrarias a la deportividad del karate, pero es innegable, que el hecho de ser incluido en las olimpiadas de Tokio, ha supuesto un espaldarazo muy importante,
y ha incrementado sustancialmente el número de practicantes de esta disciplina, algunos de ellos, yendo más allá de la práctica estrictamente deportiva y que, al fin y al cabo, perpetúan la práctica del Karate en el tiempo y en todo rango de edades.
Tradición (o clasicismo) no está, ni debe estar reñido con la práctica deportiva, y hay que entenderlo como la lógica evolución de esta práctica, desde sus inicios, como un puro sistema de defensa y lucha, en un contexto social, muy diferente al actual. No se trata de renunciar al objetivo que personalmente, siempre pongo por delante, que es el de proporcionar recursos para la defensa personal, pero ya los primeros maestros, impregnaron su enseñanza de un gran contexto espiritual, promoviendo, los valores que resaltan la base de su práctica, como el respeto, la superación mediante el esfuerzo continuo, llevando la formación de la persona, hoy en día desde edades muy tempranas. La evolución de las ciencias de la educación física, ha llevado a mejorar la base de los entrenamientos, haciendo si cabe, más longeva su práctica, siendo fácil ver personas de avanzada edad, practicando, como popularmente se ha visto en China con la práctica del TaiChi y de otras derivadas.
No obstante, para el karate deportivo, no todo han sido buenas noticias, y ya es de sobra conocido, que Francia, en un acto sorpresivo y paradójico, sabiendo el peso del Karate en este país, ha excluido el Karate de sus olimpiadas de 2024, rompiendo así, a priori, el sueño de muchos jóvenes, que luchaban ya por conseguir ese sueño de cualquier deportista de participar en unos juegos olímpicos.
Queda pendiente, de ver el impacto del karate en Tokio, en unos meses y ver si aun es posible, revertir esa decisión, para que el Karate deportivo, tenga de forma ya continua, presencia en el futuro a corto, medio y largo plazo. Solo hay que echar un vistazo a los números que reflejan la práctica del karate a lo largo del planeta, con práctica federada en más de 180 países.
La competición olímpica se desarrollará en las siguientes 8 categorías, según la información que circula ya por algunos medios:
Kata individual femenino, Kata individual masculino.
Kumite individual femenino; -55kg; -61 kg y +61kg
Kumite individual masculino; -67kg, -75 kg y 75kg
No deja de ser llamativa, la ausencia de la competición de kata por equipos, pero esto es una opinión estrictamente personal.
Solo queda disfrutar de las competiciones nacionales e internacionales, sabiendo que nuestros máximos exponentes lideran el ranking mundial, deseando que lleguen en las mejores condiciones y que consagren su camino con la ansiada medalla olímpica.
